Por propia esencia,  la Navidad es nacimiento, compartir, celebración, abundancia, generosidad  y alegría, sin embargo, resulta paradójico el nivel de rechazo que genera en algunas personas estas fiestas navideñas. Y no es de extrañar porque también implica recuerdos, ausencias, añoranzas, soledad, compromisos, obligaciones, excesos, consumo, esfuerzo, hastío, la lista podría hacerse más larga que la de las propias gratificaciones.

La Navidad es mucho más influyente  para todos nosotros de lo que pensamos y quisiéramos. Para bien o para mal, está en nuestros genes a través de una memoria religiosa cultivada a lo largo de siglos.

¿Quién no tiene un recuerdo navideño de su infancia?. Respiramos su aroma, absorbemos sus colores y matices, nos arrastra su agitación y su locura, nos enfrenta a nuestras raíces, con sus dilemas y conflictos aun no solventados, pero sobre todo, es la vivencia de nuestras afectividades, ámbitos que a veces no quisiéramos abordar.

Pero si algo es la Navidad, es un reencuentro. Es la natividad de nuestro niño interior, con frecuencia tan desatendido y olvidado, tan sometido a las necesidades de un yo que se cree adulto y que vive estos días con la ambición de hacerse rico, con el anhelo de cumplir sus deseos, con la dispersión de una mente inestable y la negación de sus propias emociones.

Para mí,  la Navidad implica todo un universo de sensaciones:

La ilusión de un regalo.

El brillo de las luces en las calles.

El semblante amable de una persona.

El dulzor de un pastel especial.

Las mágicas figuras de un belén.

El reencuentro con un amigo.

El brillo en los ojos de alguien querido.

La reunión en una mesa familiar.

La ausencia de un padre que ya no está.

La vivencia intensa de un momento.

La historia que se repite cada año.

El agradecimiento por vivirla una vez más.

 Más allá de la desmesura del consumo,  de los intereses del desgastado tópico navideño y del manoseado sentimentalismo que también esconde, ¿por qué no dibujas  tu propia Navidad?. Fuera de estereotipos y rigideces…¡recréala desde la sinceridad!  al ritmo de tu imaginación y con la música del corazón.

 

María Ruíz