Por supuesto que lo de mil es un tópico, pero una sola razón sería suficiente para vivir la intensa experiencia de la soledad.
Por propia definición soledad es ausencia de compañía, pero el ser humano no lleva bien el estar solo. Se suele vivir como un conflicto que, inevitablemente, hemos de afrontar en algún momento de nuestra vida.
Hoy en día, estando en la era de la comunicación parece un tabú asumir la soledad, a la cual relacionamos con aislamiento, tristeza, abandono, melancolía, desaliento, en fin…esa soledad abrumadora al entrar en el hogar, la de no poder compartir o a quien entregar o simplemente, la consecuencia de un corazón helado y endurecido.
Pero la soledad es tan frecuente como la misma necesidad que tenemos todos de compañía.
¿Claro! una cosa es estar solo otra muy distinta sentirse solo. ¿Podrías imaginar que la soledad es uno de los mayores conflictos psicológicos que tiene hoy en día el ser humano?.
Difícil de creer teniendo en cuenta la cantidad de opciones que tenemos a nuestro alrededor para relacionarnos, pero la paradoja de la vida nos lleva a sufrir el mayor grado de aislamiento, viviendo como extraños en ambientes multitudinarios y cerrándonos en nuestros mundos sin aprender a comunicarnos abiertamente.
Vivir la soledad desde la carencia, añorando continuamente la presencia de alguien que llene el profundo vacío interior es muy doloroso. La soledad se lleva muy adentro y puede disimularse muy bien, de forma que nadie pueda contemplar ese oculto rincón obscuro.
Se busca escapar de ella a toda costa. La continua distracción, la satisfacción del deseo, relaciones banales, el placer, las adicciones, la estimulación del intelecto en detrimento de la demanda del corazón que exige la verdadera libertad.
Sobre ella se ha escrito:
” La soledad no es aquello que sucede cuando estás solo, sino aquello que sientes cuando no puedes estar contigo mismo” (Osho).
“Cuando es aceptada, se convierte en un regalo que nos lleva a encontrar los propósitos de la vida ” (Paulo Cohelo).
“La soledad enseña más que cualquier compañía”.
A veces, se nos escapa el gran poder que tiene vivir esta sensación de vacío. Es crecer afrontando nuestros mundos mas ocultos. Al estar solos, sin distracciones, vemos lo que no queremos ver, oímos lo que no queremos oír y se sufre lo que no se desea sufrir, no queda más remedio que ver la realidad.
Realmente hay muchas razones válidas para estar solo:
1) La soledad da espacio con lo que nos rodea, permite tener un cambio de perspectiva de nuestra visión de las cosas.
2) Genera silencio interior para escuchar lo que realmente es importante.
3) La distancia que provee hace relativizar y dar el justo valor al sufrimiento y al dolor.
4) Da la oportunidad de afrontar nuestras resistencias.
5) Serena el fuego de las emociones para contemplarlas con mayor veracidad.
6) Se ve la necesidad real que tenemos del otro, para nuevamente abrirnos y compartir.
7) Da ecuanimidad para crear nuevos paradigmas.
8) En soledad somos amigos y enemigos de nosotros mismos. Aprendemos a vernos desde otra perspectiva.
9) Es punto de partida para romper viejos hábitos.
10) Provee de comprensión y una aceptación de cómo somos.
En realidad, soledad es solo una definición, cada cual la colorea con los matices que le dan sentido, elige los que te construyen, te liberan y te transforman, como el que se lanza al abismo del silencio renovador, así…tal vez….vuelva abrirse la puerta que invite la entrada a la luz de una sincera relación.
María Ruíz