Así, de entrada, puede parecer algo presuntuoso hablar de los cambios que necesita hoy en día nuestro atolondrado mundo. Pero realmente…¿de qué mundo estamos hablando?
Podría ser el mundo cósmico, nuestro planeta, el mundo de la naturaleza, el mundo de cualquiera de las especies vivas. En fin, nos damos cuenta que dependiendo de donde enfoquemos, mundos hay muchos desde el micro al macrocosmos.
Como seres humanos, tenemos tendencia a pensar a lo grande y nos focalizamos en querer conocer, controlar y cambiar mundos que se nos escapan de las manos, así viajamos a la Luna o a Marte sin tener plena conciencia de nuestra deteriorada Tierra.
Tenemos mundos mucho más cercanos como el de la naturaleza, que dejamos se vaya pereciendo poco a poco por verdadera desidia o ambición. Descuidamos submundos como el de los pequeños seres vivos, pero claro! quizás su vida sea demasiado simple a la visión de nuestra propia complejidad.
Es mucho más sencillo, ¿por qué no tratamos de entender nuestros pequeños mundos personales?, mi mundo social, el familiar, el laboral, el mental o el emocional.
Generalmente, deseamos cambiar aspectos de lo que nos rodea, poniendo tanta energía en ello que nos descuidamos de ver lo que sucede en nuestro mundo interior, el único que realmente está en nuestras manos modificar. También caemos en el egocentrismo sin ver más allá de nuestras propias necesidades, pero tampoco encontrando respuestas. En definitiva, lo que vemos fuera es lo que llevamos dentro, por mucho que nos cueste reconocerlo.
Te has parado a pensar alguna vez:
Si haces lo que realmente deseas.
Si sabes apreciar la vida.
Si disfrutas del amor.
De donde nacen tus emociones y sentimientos.
Si te sientes verdaderamente feliz.
Porque mantienes pensamientos que te causan dolor.
¿Desearías hacer cambios?
¿Estás rodeado de personas que te construyen?
¿Te atreves a mirar hacia delante?
¿Sabes compartir?
Que estás transmitiendo a los demás.
Si algo tiene el ser humano es riqueza interior, pero tiene que saber descubrirla para vivir la vida de forma plena, ¿cómo puedo esperar bondad o comprensión si yo mismo no soy capaz de dármela o entregarla?
Como especie, nos queda todavía una gran tarea que realizar y hemos de empezar desde nuestro corazón, de ahí nace el impulso regenerador, al igual que el diminuto movimiento que se inicia en el océano para transformarse en la fuerza de un sunami. Nuestros pequeños actos tienen grandes respuestas.
Mirar en lo más profundo de uno mismo, aceptar esos pequeños mundos individuales y desde la comprensión, estar en paz con todos ellos….solo así, el sincero e intenso brillo que emana de la sonrisa, de los ojos y del corazón es capaz de cambiar al mundo.
María Ruíz