El Sistema Digestivo podría asemejarse al curso de un río. Hay un lugar de inicio, siempre con una dirección descendente, con el anexo de otros fluidos que se adhieren a esta corriente principal, el transporte de elementos que nutren al ecosistema circundante, millones de microorganismos que se sustentan en ese hábitat generando vida a su alrededor, circunstancias que alteran o modifican su ritmo habitual, con recodos donde pueden estancarse sedimentos, para finalmente… desembocar en la apertura de un océano, símbolo de una eliminación depuradora.
El movimiento del Sistema Digestivo es una corriente que aporta vida, un procesador de elementos materiales en simbiosis con el Cerebro, el gran procesador de elementos ideales.
Cuando uno se relaciona con su Sistema Digestivo no es como saber que una glándula determinada segrega tal fluido, un neurotransmisor que estimula un músculo o una función que provoca tal reacción, sino que nuestro digestivo implica cercanía e inmediatez, hace que sintonicemos con estos órganos como si formaran parte de nuestro entorno familiar.
¿Quién no ha oído a su Estómago quejarse alguna vez?
¿A la Vesícula enfadarse?
¿Sentir el movimiento de sus Intestinos?
¿O notar el Colon constreñido?
Para entender la importancia de este sistema tan vital para nuestra existencia, veamos sus principales funciones:
Captación, de los alimentos a través de la ingesta.
Diferenciación, entre lo que es válido o no.
Asimilación, de los nutrientes.
Expulsión, de los residuos.
Cada uno de sus órganos, aparte de su actividad fisiológica, expresan y sintonizan con ámbitos emocionales y psíquicos que siempre están de trasfondo a la respuesta del cuerpo. ¡Vamos a adentrarnos en ese mundo más sutil!
El Estómago, la sensibilidad expresada en un órgano
Recibe el alimento así como todas las impresiones que vienen de fuera, lo que hay que digerir. Recibir exige apertura y entrega. En él hay dos elementos principales:
1) Capacidad de sentir. Es profundamente sensible y vulnerable a multitud de estímulos, los que llegan del exterior así como los procedentes de una excesiva actividad mental. Tiene que admitir y digerir los sentimientos, si éstos se reprimen en el Cerebro pesaran en el Estómago.
2) Producción de ácidos. Los ácidos corroen y descomponen. La agresividad, la amargura y el mal humor se transforman en ácidos estomacales, como respuesta a emociones no gestionadas e interiorizadas. La persona debe afrontar sus conflictos.
El Hígado, el gran laboratorio de nuestro cuerpo
Organo de múltiples funciones:
Producción de energía. Las grasas van al Hígado para su combustión.
Almacenamiento de energía. Produce glucógeno y lo almacena.
Metabolismo de la albúmina. Sintetiza y transforma las proteínas.
Desintoxicación. Elimina los tóxicos del cuerpo, los endógenos y exógenos.
A nivel psicológico:
1) Tiene la facultad de diferenciación y valoración. Saber separar lo tóxico de lo que no es. Si hay problemas de valoración se cae en excesos: comida, alcohol, grasas, ideales ambiciosos.
2) Relación con temas filosóficos, transformación y evolución personal. Se pierde energía y vitalidad cuando la persona no contempla estas profundas necesidades.
La Vesícula Biliar, guardiana de la agresividad
Almacena la bilis producida por el Hígado, para luego segregarla en el proceso digestivo. La bilis es símbolo de la agresividad.
La energía quiere salir, si no fluye se solidifica y queda en agresividad petrificada, como respuesta aparecen los cálculos biliares.
La agresividad es tan necesaria como la bilis, ambas necesitan circular libremente para que sus efectos corrosivos tengan una función saludable.
El Páncreas, representante del amor
Tiene dos funciones principales:
1) Exocrina, producción de jugos gástricos.
2) Endocrina, producción de insulina para la regulación del azúcar en sangre. El deseo de dulce y la incapacidad de asimilar el azúcar es un afán no reconocido de realización amorosa. Dificultad de aceptar el amor y abrirse a él .
El diabético quiere amor pero no puede recibirlo ni se atreve a darlo, puede ser en un plano consciente o inconsciente.
Intestino Delgado, el segundo Cerebro
Aquí se efectúa la digestión propiamente dicha: análisis, división y asimilación de los componentes.
Desde el ámbito psicológico:
1) Relación con el análisis mental y la crítica. Una mente muy inquieta y agitada provoca alteración en el Intestino.
2) Las angustias vitales se viven en el Intestino. Miedos que contraen e inflaman. Hay que aprender a soltar, expandirse, asimilar las experiencias de la vida.
Intestino Grueso, el misterio del inconsciente
En esta fase final se extrae el agua restante para ser eliminados los residuos.
1) Simboliza el inconsciente, un submundo no reconocido que influye poderosamente en nuestra psique. Hay miedo a dejar salir a la luz el inconsciente y asumir la propia vida.
2) Relación con la capacidad de dar y entregar. Estreñimiento es retener, aferrarse a lo material. Dificultad en soltar y dejar ir las cosas.
El Bazo, el gran transformador
Suele quedar algo relegado en comparación a la importancia que se le da al resto de los órganos digestivos, pero el Bazo tiene bajo su cargo la gran función de transformar los alimentos en energía y en sangre, ambos elementos fundamentales para la vida.
Un Bazo que no funciona adecuadamente, genera estancamiento, la persona no encuentra una dirección y desgasta su energía, perdiendo la capacidad de producir el fluido vital, la sangre, que le da salud física y mental.
Los órganos siempre se expresan desde la veracidad, por sí mismos no pueden cambiar ni manipular lo que experimentan, ¡son sinceros aunque no nos guste lo que veamos!
Están a merced del Sistema Nervioso. Irradiados por millones de neuronas autónomas, reaccionan inmediatamente a los estímulos externos y especialmente al continuo movimiento de pensamientos.
Sólo nos queda escucharlos con la amabilidad que se merecen y comprender la naturaleza de nuestra mente agitada, para cambiar pautas hacia un verdadero bienestar. ¡Ellos te lo agradecerán!
María Ruíz