Una  popular expresión que,  la mayoría de las veces, es dicha a la ligera e incluso con cierto orgullo, pero que detrás aloja la cara oculta de nuestro desvalimiento y vulnerabilidad.

Pero… ¿que es el miedo?. Es aquel sentir que nos atrapa, nos oprime, que no queremos ver pero que es omnipresente. El miedo genera vida e intensidad, pero si te domina se vuelve devorador y destructivo.

Claro que habrá personas que no tengan una clara percepción de él o lo escondan bajo diversos mecanismos.  Esas personas que, aparentemente, se comen el mundo y  se escudan bajo un semblante decidido y firme, o detrás de un pecho hinchado y endurecido. Los que llenan su vida de frenéticas actividades. El huidizo de la realidad, que desvía la mirada en multitud de distracciones. El que sucumbe a los deseos, para tener una dirección donde seguir caminando. Cualquier vía puede ser válida para no mirar en el  lugar adecuado, así se engaña al mundo pero nunca a uno mismo.

Hay miedos primarios, básicos, aquellos que te mueven las entrañas, como es  la muerte,  la enfermedad o el dolor.

Hay miedos irracionales e  incontrolables, como son las fobias  de cualquier índole (insectos, obscuridad, etc.)

Pero también hay miedos sutiles, profundos e inconfesables, aquellos que nos inquietan y a veces torturan, que disimulamos y evitamos a toda costa mostrar tal debilidad. Son los miedos al rechazo, al ridículo,  a la soledad, a no dar la talla, a ser uno mismo, al que dirán, a descontrolarnos, a entregarnos, en fin….. podrían ser muy numerosos,  pero el más común y a la vez el más oculto es el miedo a sentir.

Algunos personajes célebres dejaron su saber sobre el miedo:

«El miedo corrompe la inteligencia y es una de las causas de la egolatría» (Jiddu Krishnamurti).

«Nos envejece más la cobardía que el tiempo, los años solo arrugan la piel pero el miedo arruga el alma» (Facundo Cabral).

«El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que lo conquista » (Nelson Mandela).

Como seres humanos no podemos abstraernos de algo que forma parte de la esencia misma de nuestra psique. El miedo, puerta de entrada y salida. Caída al abismo del inconsciente, con fuerzas irracionales que paralizan y controlan el vehículo de nuestra existencia. Pero también lleva a  la apertura y la renovación, motor que impulsa como al  «Ave Fénix»  a volar sobre sus propias cenizas y encontrar la redención.

El miedo es la emoción más difícil de manejar y como tal  parece tener  vida propia pero, en realidad, puede diluirse y desaparecer con la misma facilidad con el que nace. Lo único que lo mantiene vivo es la obscuridad en el que se mueve.

Con nuestros miedos tenemos dos opciones, llevarlos como amigos o como enemigos. Entender y aceptar las inseguridades de la vida,  dar luz y comprensión a nuestras inquietudes son dos poderosas herramientas para saberlos manejar con habilidad.

Con el tiempo, he aprendido a mirar unos miedos con respeto, otros los dejé por el camino,  algunos otros les sonrío mientras me acompañan, como inevitables viajeros,  en esta senda de la vida.  Y tu….¿como te relacionas con tus miedos?

María Ruíz